Una de las técnicas más utilizadas en arteterapia tanto para niños como en adultos, es la creación de máscaras. La técnica es sencilla: apenas recortada de un papel, si se quiere se refuerza con cartapesta, pintura y huecos para elástico, hilo o cinta. Luego la decoración corre por cuenta de los recursos y la creatividad del artista.
La creación de máscaras es una actividad que desarrolla el ser humano desde el principio de los tiempos, forma parte de ceremonias y rituales de todos los grupos humanos primitivos y aún hoy se utilizan tradicionalmente en fiestas populares en todo el mundo., por ejemplo en carnaval.
Una máscara no sólo nos representa como individuos sino también como parte de un colectivo o grupo con tradiciones comunes. En ese sentido, la máscara no nos esconde como en las antiguas fiestas de mascaradas donde los participantes preferían la libertad convertirse en anónimos, sino que al contrario, muestra a los demás nuestra/s identidad/es que no llevamos siempre inscritas encima pero reservamos sólo para ocasiones especiales, quizás sagradas; estoy pensando por ejemplo en los pueblos originarios americanos.
¿Por qué se usa en arteterapia? La actividad de realizar artesanalmente nuestra máscara pone en cuestión qué imagen queremos dar hacia el exterior… pensemos: si pudiéramos ponernos una máscara, cuál sería? Y no sólo cómo nos queremos mostrar o qué queremos aparentar, sino también qué queremos ocultar. Una máscara como objeto tiene dos caras, una que se nos muestra sólo a nosotros y otra que mostramos a los demás. La parte que sólo nosotros podemos ver, el interior de la careta, qué esconde? Si invirtiéramos el orden, nos la pusiéramos de revés, qué ocurriría? Primero: aquello que ocultamos se mostraría tal cuál a quienes nos rodean… qué sentiríamos? Segundo: aquello que aparentamos se mostraría claramente hacia nuestro interior, cuestionándonos: es esta imagen realmente la que nos representa? Nos vemos en ella? Qué hay de cierto y qué de mentira? Esa mentira, es necesaria?
También podemos poner en uso nuestra máscara: luego del primer ejercicio de crearla, decorarla y darle un por qué, podemos utilizarla para actuar o jugar a representar algún rol o simplemente ponérmela para decir y hacer las cosas que no me animaría sin tenerla puesta. Y si luego intercambiamos máscaras y nos ponemos la de otra persona? Personificando a otra persona u otro rol podemos también mirar una misma situación desde otra perspectiva como si con la máscara nos pusiéramos literalmente «en la piel del otro».
Trabajar terapéuticamente con máscaras tiene mil posibilidades. Utilizar máscara no siempre tiene que ser algo negativo, como vimos, no significa siempre esconderse, sino al contrario. Veamos qué nos puede decir la máscara de nosotros mismos, qué nos puede enseñar.
Construyamos máscaras que hablen y miren lo que no podemos nosotros. Adelante!